domingo, 23 de septiembre de 2012

Miradas



Me sobrecoge muchas veces la mirada de los animales. Su mirada de inteligencia y, por desgracia, la mayoría de las veces, de sufrimiento. Con esta entrada, lo único que pretendo es que nos quedemos con la mirada de los protagonistas de las siguientes dos historias.

Quiero comenzar con la histaria de Tula, una mastina que fue capaz de hacerse un hueco en esta difícil sociedad.
Como ya comenté con anterioridad en otra entrada, actualmente estoy realizando prácticas en la Fundación Gypaetus, la cual está llevando a cabo el proyecto Life "Innovation Against Poison". Entra las diversas tareas que comprende el proyecto, una de ellas es el trabajo con ganaderos. Y qué mejor herramienta para un ganadero que un perro que cuide de su ganado contra los depredadores.
Y aquí es donde entra la protagonista de nuestra historia. Tula es una mastina que fue abandonada en Pozoblanco, y se encontraba merodeando por "La Salchi" (probablemente buscando el calor humano de los niños que suelen encontrarse allí). Pero muy lejos de lo que Tula creía, ese calor humano se convirtió en agresividad, ya que en lugar  de caricias recibía palizas.
Todo esto terminó el día que pasó por allí un chaval, Rafa, y vio el calvario que estaba padeciendo Tula. Por ello decidió rescatarla de su martirio. Pensó: "Ya no le vais a pegar más", y se la llevó con él a su casa.
Pero Rafa no podía hacerse cargo de Tula, por lo que comenzó a buscarle una familia que la acogiera. Debido a que algunas personas conocen el proyecto y saben que nos hacemos cargo de perros para el cuidado del ganado, contactaron conmigo. Rápidamente Iván (el técnico del proyecto en la zona) y yo fuimos a ver el estado del animal. Cuando llegamos pudimos comprobar que Tula estaba extremadamente delgada y que tenía una herida en una de sus patas traseras, lo que le hacía cojear notablemente.
Iván contactó con diversos ganaderos que pudieran acogerla, hasta que dio con uno de Santa Eufemia. Este ganadero ofreció su explotación ganadera como nuevo hogar para ella, a cambio de su ayuda en el cuidado del ganado.
De esta manera, fuimos a recoger a Tula, la cual nos recibió con miedo al principio (señal del sufrimiento al que ya había sido sometida), pero enseguida nos regaló una mirada de agradecimiento.


Tula de camino a su nuevo hogar en Santa Eufemia.
Durante el camino a Santa Eufemia, Tula no paraba de lamernos y de mirarnos con esos ojos que simplemente decían "gracias".

Una vez llegados a la explotación ganadera, fue recibida por su nuevo dueño, el cual rápidamente la condujo a un pequeño corral de ovejas (debido a las nuevas obligaciones que tendrá Tula, debía acostumbrarse a ellas cuanto antes) donde fue alimentada e hidratada.

Tula a su llegada a Santa Eufemia.
El ganadero nos decía que la perra tenía signos de pureza y que estaba seguro de que sería una muy buena perra pastora. Con esto nos despedimos de él, acordando una futura visita para comprobar el estado de la perra.


Tula con su nuevo dueño.
Cuando ya nos marchábamos, Tula empezó a llorar, no quería despedirse de nosotros, no quería despedirse de aquellas personas que le habían demostrado afecto... y creedme, eso nos partió un poco el corazón.
A día de hoy, Tula es una muy buena perra pastora, se está adaptando perfectamente a sus obligaciones con el ganado y es una perra muy cariñosa, que se lleva perfectamente con sus compañeros de rehala y su dueño. Tula encontró un hogar. Tula tuvo una nueva oportunidad. Y tuvo una nueva oportunidad gracias a la familia Agudo Quirós, especialmente a Rafa, desde donde quiero mandar todo mi agradecimiento por la ayuda y preocupación que mostraron desde un principio. ¡Gracias!


Pero no quería terminar esta entrada sin hacer referencia a una foto que llegó hace un par de días a mis manos. Una foto que cada vez que la veo me sobrecoge un poco más. Una foto en la que el animal con su mirada me dice, ¿por qué?, ¿qué he hecho para merecer esto?
Este animal ingresó en AMUS (Villafranca de Los Barros, Badajoz) con graves secuelas debido a que ha sido mantenido en cautividad. Debido al capricho de una persona de tener un animal salvaje en su casa, encerrado para su único y egoísta disfrute.
La verdad es que no sé la historia de este mochuelo, y creo que tampoco la quiero llegar a saber. Lo que sí me gustaría conocer es la historia de la persona que mantuvo a este animal salvaje en cautividad, y preguntarle ¿por que?, ¿qué te ha hecho?, ¿se merecía el sufrimiento al que lo has sometido?
Simplemente os invito a mirar la foto y  su expresión, y que cada uno saque sus propias conclusiones.

Aunque cueste identificarlo, se trata de un mochuelo.
No sé el final de la historia de este pobre mochuelo, pero sí os puedo asegurar que no habrá sido tan feliz como la de Tula. Lo único que deseo es que su sufrimiento haya acabado.

Os invito a mirar la expresion de estos animales durante unos segundos, su mirada profunda, y que nos preguntemos, ¿realmente se lo merecían?